martes, 2 de febrero de 2010

Un regalo




Se abre la puerta del tren, montan una mujer y un niño pequeño, el cual porta una jaula vacía. Tiene los ojos rojos de haber llorado, y anda arrastrando los pies. A pesar de todos los intentos de consuelo de su madre, no consigue animarle.

Se sientan en los primeros asientos que ven. La madre le pregunta si quiere sentarse junto a la ventana, pero el chico no responde, mira únicamente su jaula vacía. La expresión de la madre se vuelve también triste, y le acaricia al niño la cabeza sin decir nada más.

Al otro lado del pasillo del vagón, una pasajera despierta tras una pequeña siesta he se ha echado, apoyando la cabeza en el cristal de la ventana y cubriéndose los ojos con su gorro. No se preocupa en comprobar si se ha pasado de parada, pues esta curiosa viajera no se preocupa ni de llevar los calcetines del mismo color bajo sus botas. Se frota los ojos para ver mejor, pestañea, y mira a su alrededor. A ella le encanta observar todo cuanto la rodea. Su mirada cae en el niño de la jaula. Está triste, muy triste. Se levanta, se para en el pasillo y se agacha a la altura del niño, y le pregunta a la madre:

-¿Qué le pasa? Un niño tan guapo no debería tener esa carita.

-Su loro ha fallecido. Le hemos llevado al veterinario, por si podían hacer algo por él, pero ya estaba muy viejo y solo cabía esperar lo inevitable.

La chica asintió en silencio, comprendiendo. Volvió a mirar al niño, que seguía callado como una tumba mirando su jaula vacía.

-¿Cómo te llamas? –le preguntó.

Él no contestó al principio, pero su madre le llamó la atención, diciéndole que estaba muy feo ignorar cuando te hacen una pregunta.

-Me llamo Javi.

-Siento lo de tu loro, Javi.

El chico suspiró. Sus ojos empezaban a brillar de nuevo, prestos a llorar.

-Oye Javi, ¿tú sabes a dónde van nuestros seres queridos cuando nos dejan?

-Pues… -no contestó enseguida- al cielo, creo.

-Exacto –respondió la chica- al cielo –hizo un gesto con la mano hacia la ventana, a través de la cual se veía un cielo azul precioso, salpicado de nubes- ¿Y sabes en qué se transforman cuando van al cielo?

-¿En ángeles?

-Algo así. ¿Y sabes dónde viven?

-En las nubes.

-¡Muy bien!

Tras decir esto, sacó del bolsillo de su abrigo una cámara de fotos, de esas antiguas que revelan la foto en el instante en un trozo de papel.

-Déjame tu jaula un momento, Javi.

Javi le tendió la jaula. La chica la cogió, la levantó en el aire con una mano, moviéndola de sitio hasta dejarla en un lugar exacto. Le pidió a la madre que la sostuviese un momento donde estaba, y entonces le sacó una fotografía a la jaula. Ni Javi ni su madre entendían nada, pero cuando la chica sacó la fotografía revelada, vieron que en el interior de la jaula había una nube blanca y esponjosa.

-Fíjate bien en la nube, Javi.

Al observar detenidamente la nube, y con un poco de ayuda de la imaginación, se podía adivinar la forma de un ave volando, como la típica “V” alargada que hacen los niños.

Javi sonrió de repente, una sonrisa que fue creciendo hasta ocupar toda la cara.

-¡Mamá, el loro ha vuelto!

La madre también sonrió, asintiendo y besando a su hijo, feliz de verle contento de nuevo.

La voz del maquinista anunció una nueva parada, y madre e hijo bajaron automáticamente.

Cuando la madre se dio cuenta de que no le había dado las gracias a la chica, ya se habían cerrado las puertas y el tren arrancaba. Alcanzó a verla por última vez, sentada en el lugar que había ocupado antes Javi, con los pies apoyados en el asiento de enfrente y los ojos de nuevo tapados por su gorro.

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PD: La nube de la foto no tiene la forma de V, pero se entiende. Es de Chema Madoz, un artista que no dejo de recomendar, sus trabajos son increíblemente bellos.

1 comentarios:

Indy dijo...

Me gusta la niña de colores :) Cuando tenga el abono de transportes tal vez siga su ejemplo.

Besos ^^