A fuera llueve, y las gotas de agua salpican y repiquetean contra la ventana del tren.
¿Alguna vez os habéis fijado en las gotas de lluvia? Son de lo más curiosas. Parece una tontería, pero solo hace falta prestar un poco de atención para darnos cuenta. Al principio todas nos parecen iguales, transparentes, frías, pequeñas… pero quédate tan solo un minuto mirándolas, y descubrirás que no hay ni una sola gota que se parezca a otra. Cada una tiene una forma, un tamaño, una historia. Entonces, ¿qué sentido tiene la frase “como dos gotas de agua” si ni siquiera ellas son iguales? Tal vez sea porque, a pesar de que no sean idénticas, tampoco son muy diferentes.
Parecen piezas de un puzle desperdigadas por el cristal. Algunas acaban por juntarse, como si fuesen la otra pieza que encaja a la perfección. Hay gotas que nacen para unirse a otras, y gotas que, aunque no se parezcan en nada entre sí, también se acaban uniendo. Y cuando varias gotas se unen, ocurre algo sorprendente: de su peso, se abren paso a través de todo el cristal de la ventana, dejando un rastro tras de sí, un caminito entre la gran concentración de gotas. Llegan hasta a arrastrar a otras gotas consigo. ¿No os parece increíble que algo tan pequeñito llegue a hacer tales cosas al juntarse? Solo es increíble si lo pensáis, advierto. Solo algo tan fuerte como la unión hace la fuerza, sobre todo entre miembros con tan diferentes entre sí como las gotas de agua. Una no puede hacer nada, además de estar quieta en el cristal, mirando pasivamente al resto de gotas; dos hacen una gota más grande, más fuerte, pero sigue estando quieta en el cristal; cinco gotas empiezan a moverse, aunque sea en la dirección que el viento o la gravedad estimen. Un millón de gotas, sin embargo, generan un caudal, y se mueven a placer. Forman ríos, lagos, charcas, mares, y pueden modificar la superficie en la que se encuentran, creando cauces, depresiones, cuencas, valles…
Y todo esto empieza con las pequeñas gotitas de lluvia, que decidieron unirse para crear algo grande: vida. Es un proceso lento y costoso, pero que con tiempo y paciencia hace grandezas.
Ojalá nos fijásemos más en las gotas de agua. Podríamos aprender tanto de ellas…
2 comentarios:
Era uno de mis entretenimientos favoritos en mis viajes diarios.
Cuando se juntan crean un caudal casi invencible, pero se han perdido para siempre... duele...
Besotes gordos.
Resulta un poco deprimente sentirte pequeñito mirando las gotas de lluvia en la ventana, pero tienes razón, no son tan insignificantes visto así el asunto.
Genial tener un lector más, últimamente ando algo apartadillo del tema blogs, pero también le echaré un vistazo más en profundidad a este, siempre me han gustado los trenes.
Un saludo y feliz año!
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